¿Es el fármaco Ozempic responsable de que el movimiento curvy retroceda en Hollywood?
Publicado: 15 / 03 /2024
En Estados Unidos, el uso de Ozempic, conocido como ‘la droga de Hollywood’ y que, pese a ser el fármaco que emplean las personas con diabetes tipo 2 para regular sus niveles de azúcar en sangre, se ha popularizado por ayudar a perder hasta un 15% de peso a quienes se lo inyectan.
Lo ha hecho, por descontado, entre aquellos que pueden permitirse pagar este fármaco, que en España, si no está cubierto por la Seguridad Social (lo está sólo en casos de diabetes tipo 2), cuesta mensualmente 130 euros. Por lo tanto, su uso va de la mano del sesgo económico, y este atajo hacia la delgadez es el responsable de que Hollywood, que parecía inmerso en una andadura hacia una diversidad en la que las curvas por fin tenían cabida, haya desplegado sus alfombras rojas para que sobre ellas desfilen siluetas rectilíneas.
Ir a la raíz del problema
“Si padeces un TCA o comes de forma emocional (lo que ha provocado que tengas, entre otras dificultades, sobrepeso u obesidad), puedes usar Ozempic para borrar las consecuencias de tu dificultad, pero esta seguirá presente, y lo que es peor, no la atenderemos de la forma adecuada. En cambio, nos conformaremos con adelgazar rápidamente, como si esa fuera la solución, agravando la validación corporal normativa. Además, ya hay evidencia de la recuperación de peso resultante de dejar de usar Ozempic”, advierte Blanca Torrado Marí, psicóloga de Espacio Psiconutricion.
Siluetas maleables como la arcilla
“Ahora se espera que todas las chicas tengan ojos azules caucásicos, unos labios carnosos, un respingón culo de salón de baile jamaicano, unas interminables piernas suecas, unos pequeños pies japoneses, los abdominales de una lesbiana dueña de un gimnasio, las caderas de un niño de nueve años, los brazos de Michelle Obama y las tetas de muñeca. La persona más cercana a lograr este look es Kim Kardashian, quien, como sabemos, fue creada por científicos rusos para sabotear a nuestros atletas”, escribe Tina Fey sobre el nuevo e inalcanzable ideal de belleza en su libro, ‘Bossypants’.
Sin embargo, la prueba de que los ideales beauty cambian tanto como las Kardashian de peluca es que ahora, incluso ellas han dejado atrás las curvas. Basta con echar un vistazo a las últimas apariciones de la propia Kardashian y de Kylie Jenner en la Semana de la Moda de París para darse cuenta de que las odas a las curvas han quedado atrás, algo de lo que ya nos habíamos advertido al ver las últimas galas de premios, en las que ni siquiera Christina Aguilera es ya un referente curvy.
Sin curvas
Cuando los cánones de belleza son tan cambiantes, no es de extrañar que ante la aparición de ciertos atajos, tantas personas recurran a ellos, al tiempo que se erige una peligrosa idea: la de que nuestros cuerpos son maleables. “La creencia de que ‘delgado’ es un objetivo alcanzable para todos también es tóxica, porque el ideal de delgadez también es un ideal blanco y heteronormativo. Cuando nos esforzamos por abrazar la delgadez, estamos reforzando al mismo tiempo cualquier otra forma de estigma”, advierte Virgina Sole-Smith en ‘Fat Talk: Parenting in the Age of Diet Culture’.
En un momento en el que cada vez hay menos referentes de personajes con tallas ajenas a los cánones normativos, ¿cómo nos puede afectar esta ausencia de curvas? Responde Olga Alejandre, autora de ‘La belleza de ser tú’ y creadora de la empresa de nutrición y psicología integrativa Obylagom. “Afecta muchísimo, y ya lo hemos comprobado. Hace unos 10 años, cuando se creó Instagram, lo único que veíamos eran referentes de cuerpos dentro de la normatividad. En ese momento, era impensable ver una foto en Instagram de un cuerpo grande o de diferentes tallas, y ahora estamos pagando ese precio. La mayoría de mujeres de entre 25 y 35 años se han criado viendo modelos skinny en las pasarelas y a los ángeles de Victoria’s Secret como referentes de imagen, algo que ha desembocado en inseguridades, en constantes dietas para intentar emular esos físicos e incluso en trastornos alimentarios”, asegura.
“Del mismo modo, nuestras madres crecieron viendo a mujeres que estaban a dieta y que promovían estas alimentaciones restrictivas en cualquier tipo de publicidad, y por eso la mayor parte de mujeres ha crecido haciendo dietas y probando todo tipo de estrategias para perder peso. No sólo necesitamos referentes de tallas no normativas, sino también un cambio en la percepción de la pérdida de peso y reflexionar acerca de por qué esta no tiene que ser el objetivo final”, explica.
Un puñetazo a la diversidad
Desde Oprah Winfrey hasta Amy Schumer, son muchas las celebridades que han hablado abiertamente acerca de emplear Ozempic para perder peso, mientras que otras, en el instante en el que son “acusadas” de haber recurrido al fármaco para adelgazar, alzan la voz. Es el caso de Khloe Kardashian, que señala en cada ocasión que se despierta a las seis de la mañana cinco días de cada siete para entrenar. ·
El problema es que el éxito de Ozempic denota el deseo de muchas personas de estar delgadas, y el uso de este fármaco para fines ajenos a la diabetes es en sí mismo el síntoma de un problema social, no el problema. Muchísimas más famosas de las que lo reconocen están haciendo de Ozempic su vía rápida hacia la delgadez, y tras esta fórmula del silencio se esconde la obligación que la sociedad impone sobre ellas; una obligación que parece salida del monólogo de America Ferrera en ‘Barbie’, pues se les exige estar delgadas, pero siguiendo metodologías saludables y aspiracionales. Una vez más, la cuestión está en señalar y en criticar.
Por la salud mental y emocional
Por más que el movimiento que aboga por la diversidad corporal sigue presente, lo cierto es que la existencia de Ozempic puede añadir ciertas trabas al mismo. “Creo que esta era de la semaglutida pone un nuevo enfoque en el hecho de que si tienes sobrepeso o eres obeso, puedes hacer algo al respecto”, reflexiona la periodista científica Olga Khazan en el podcast ‘Radio Atlantic’. “Usando Ozempic no sólo promovemos la pérdida de peso a costa de la salud (ya que no es un medicamento recomendado para este uso), sino que también promovemos la cultura del “si quieres, puedes”, condenando a las personas gordas a anteponer la pérdida de peso a costa de su salud mental y física”, advierte Olga Alejandre.
Si el uso de Ozempic hace que la delgadez sea la norma… ¿Estamos condenando a las personas gordas al ostracismo? “La moda de Ozempic y otros medicamentos similares, con su promesa de adelgazamiento rápido, está popularizando un ideal de delgadez que, seamos sinceros, no es ni realista ni saludable para todos. Y sí, hay un peligro real de que esto empuje a las personas que no encajan en este molde fuera del camino, como si de repente no contaran o como si la única manera de ser aceptado fuera siguiendo esta tendencia farmacéutica”, dice la autora de ‘¡Qué buena estoy! Tira las dietas a la basura y vive con salud emocional’.
Se pregunta si realmente merece la pena poner en juego la salud mental y emocional, y señala que al promover esta delgadez farmacológicamente inducida como la norma, sin querer podríamos estar marginando a quienes no siguen este patrón, enviando un mensaje implícito de que sólo hay una manera de ser aceptable.
Obsesión por la delgadez
“En lugar de perseguir ciegamente estas normas que cambian con cada temporada, ¿qué tal si cambiamos el guión? La verdadera salud viene en todas las tallas y formas, y el bienestar no se mide sólo por el número que aparece en la báscula. Es hora de entender que el éxito no puede medirse por cuánto peso has perdido o por si encajas en una determinada talla, sino por cómo te sientes contigo misma y por la salud que irradias, tanto por dentro como por fuera. Al final del día, lo que realmente importa es cómo nos sentimos con nosotras, no cómo nos vemos en el espejo”, dice la psicóloga.
“Además, esta obsesión por la delgadez olvida algo fundamental: cada cuerpo es único y tiene sus propias necesidades. Lo que funciona para uno, puede no funcionar para otro, y eso está bien. En lugar de condenar a las personas a sentirse fuera de lugar por no seguir la última moda en medicamentos para adelgazar, deberíamos estar celebrando la variedad de cuerpos que tenemos y fomentando hábitos saludables que vayan más allá de la apariencia física”, añade.
A vueltas con la silueta
Sin duda, uno de los grandes problemas de que Ozempic haya barrido la diversidad de Hollywood y venda la idea de que la delgadez puede ser comprada es que vuelve a promover la crítica y el juicio al cuerpo al tiempo que perpetúa la idea de que los kilos de más son una enfermedad que, como tal, puede curarse con unos pinchazos.
Aunque su uso promueva los debates sobre los cuerpos diversos y recuerde la existencia del privilegio de la delgadez, al final terminan por triunfar siempre los que ostentan los privilegios y por lo visto, los que rondan la talla cero. ¿Está mal juzgar las siluetas ajenas? ¿Es incorrecto decir que lo deseable es estar delgada? Eso parece, pero luego no nos tiembla el pulso a la hora de pagar para bajar de peso mientras no rechistamos ante el cansancio resultante de una baja ingesta de calorías y ni nos inquieta desconocer cuáles serán los efectos a largo plazo de Ozempic.
Por lo visto, se puede luchar contra la báscula a base de inyecciones, pero no hay cura alguna para una sociedad en la que prima la gordofobia y que, aunque ha encontrado en las redes un espacio en el que las siluetas disidentes pueden alzar la voz, sigue aplaudiendo a la delgadez.